Muchas palabras han empezado a circular porque un periodista tuvo la ocurrencia de usarlas, y, en lugar de enriquecer nuestro idioma ha hecho que éste decaiga paulatinamente, llenándolo de incoherencias, de conceptos absurdos, de pleonasmos (redundancia viciosa de palabras) y de expresiones huachafas.
Aquí, un catálogo de vocablos y expresiones que todo periodista debe evitar usar al momento de escribir y hablar.
ORTOGRAFÍA
El profesor de Lengua, al entregar los exámenes, les dice a sus alumnos: “Muchos de ustedes tienen faltas ortográficas”.
El vocablo Ortografía se descompone en: orto (correcto, bueno) y grafía (escritura). Entonces, es correcta o buena escritura.
Por lo tanto, está mal dicho decir “buena ortografía”(pues es redundante) y “mala ortografía” (pues nadie tiene mala buena ortografía). Por lo tanto, ¡se tiene o no se tiene ortografía!: “tengo ortografía.” No tengo ortografía”.
Pero sí es correcto decir errores de ortografía, pues se traduce como errores de buena escritura.
PRENSA ESCRITA
El periodista de un programa dominical señala que también trabaja para la prensa escrita.
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, prensa es “el taller donde se imprime, imprenta.”
Por lo tanto, al mencionar prensa escrita se cae en redundancia, pues, la prensa es el móvil por donde se imprimen los periódicos (revistas, diarios, folletos, etc.), que, obviamente, contienen textos. Y para asesinar aun más el idioma: prensa televisiva o prensa radial.
TIEMPO DE DESCUENTO
Los futbolistas logran cada jornada algo metafísicamente imposible. Waldir Sáenz, sin ir más lejos, marcó una vez al Boys un gol en el descuento. Y si Waldir hizo eso, cometió trampa y el árbitro se hizo el loco. Porque el tiempo de descuento es el que transcurre cuando un jugador se lesiona y todos esperamos a que se levante. Si alguien marca en ese tiempo, lo consideraremos un aprovechado. Pero el árbitro, si es juicioso, lo anulará.
Ese tiempo no cuenta como jugado, y lo añade al final. Pero ya es otro tiempo, no el mismo de la interrupción.
Así, cuando el jugador marca poco antes de que termine el partido, no lo hace durante el tiempo que se descuenta, sino durante el tiempo que se añade. Porque el juez del partido no se habrá metido el tiempo en el bolsillo para sacarlo al final, y por tanto, no se tratará del mismo tiempo.
AMIGO PERSONAL
Algunas palabras tienen un significado completo, contundente, que apenas admite matices y cuando se pronuncian solas engloban el significado. Decimos “amigo” y con eso está todo expresado.
Se deduce que un amigo es una persona cercana a alguien, que le inspira confianza y amistad. No hay que redundarla con el adjetivo personal para saber que es nuestro amigo. ¿O acaso hay amigos no personales?
CRECIMIENTO CERO
Parece difícil resignarse a no crecer. El crecimiento cualquiera de nuestras posesiones forma parte de las ideas positivas. Han de crecer los niños, los músculos, el busto, los negocios, y por supuesto, la economía. Pero éste parece el caso más trascendental, porque incluso cuando la economía no crece decimos que ha crecido: porque “ha crecido cero”.
El eufemismo consigue unir un concepto positivo (crecimiento) con otro negativo (el no crecimiento), para neutralizar el efecto de éste.
Los economistas y políticos son muy astutos para contentarnos incluso cuando la economía decrece, porque entonces hablan de “crecimiento negativo”.
GRANDES CORPORACIONES
El diccionario de la RAE, define a corporación como “una empresa de grandes dimensiones”.
Por lo tanto, es redundante decir “grandes corporaciones, pues se entiende que una corporación, como tal, es de gran magnitud.
PEDOFILIA
Acusan a alguien de pedofilia. Y a mí, la verdad, el delito no me parece tan grave. Porque si atendemos a la etimología, pedofilia se descompone en español así: pedo y filia. O sea, “amor a los pedos”. Será de mal gusto, pero concordarán conmigo que por eso no se puede mandar a alguien a la cárcel.
En español, las palabras correctas- en lugar de pedófilo y pedofilia- son pederasta y pederastia (abuso deshonesto cometido contra niños).
A LA MAYOR BREVEDAD POSIBLE
En periodismo es muy importante la economía y ahorro de palabras. ¿Por qué no escribir simplemente “ lo antes posible” o “cuanto antes”?
Quien se molesta en escribir algo tan grandilocuente y estirado como “a la mayor brevedad posible” parece indicarnos que, desde luego, él sí tiene tiempo de sobra.
EVENTO
Ya no hay conferencias, congresos, actuaciones, acontecimientos, seminarios, fiestas, festivales, actos, coloquios… Ya sólo hay eventos.
Utilizamos ahora dicho vocablo para englobar otros conceptos más claros, precisos y directos.
El diccionario señala como evento a “una eventualidad, algo imprevisto o que puede acaecer”. Por lo tanto, no concibo una conferencia, o un magno congreso o seminario de forma eventual, o sea, sin una organización.
Un evento, por ejemplo, es un terremoto. Fue de forma imprevista.
ADJUNTO TE ENVÍO
Raros son la secretaria y el secretario y el funcionario o funcionaria que envían a alguien un libro, documento o informe sin empezar la carta o el correo electrónico escribiendo “adjunto le envío”.
Adjunto es un adjetivo que significa anexo o anejo, unido, pegado, cercano… Ahora bien, si escribimos “adjunto te envío”, el adjetivo pasa a ejercer la función de adverbio, puesto que no complementa al nombre (libro adjunto, director adjunto, salón adjunto), sino al verbo (enviar adjunto). A veces el remitente escribe “adjunto le envío las instrucciones”… Y en ese caso la discordancia es tremenda, al no coincidir ni siquiera el número ni el género.
Tan fácil que resulta redactar “le envío los documentos adjuntos”, o “le adjunto los documentos”.
Si el documento, en vez de ser adjunto fuera denso, o importante o urgente, jamás escribiríamos “denso le envío un documento”, “importante le envío el documento” o “urgente le remito el documento”, sino “le envío un documento denso”, “le envío el importante documento”, etc.
FUENTES:
CÉSAR VERÁSTEGUI PAREDES. Catedrático de la Universidad José F. Sánchez Carrión, Escuela de Ciencias de la Comunicación. Huacho.
LA PUNTA DE LA LENGUA, Alex Grijelmo. Editorial Aguilar, 2004. 289 páginas.
WWW.RAE.ES, Sitio Web de la Real Academia Española.