viernes, 21 de septiembre de 2007

Lecciones del 7.9

El terremoto del pasado 15 de agosto hizo que ese mièrcoles fatal sea inolvidable para miles de peruanos. Al mismo tiempo, hubo actitudes que remecieron más a nuestra sociedad, y que desnudaron las torpezas e incapacidades en momentos como èste, desde la sociedad civil, pasando por la empresa privada, hasta llegar al mismìsimo Gobierno central, demostrando asì que la Defensa Civil aún no es tarea de todos.

Cómo olvidar la imagen de la periodista preguntando a un damnificado de Pisco cuál era su sentir (despuès de que el infortunado pisqueño perdió su casa a consecuencia del sismo), esperando derrepente que le diga feliz como una lombriz.
O acaso peor aún lo de la “reina de lo pobres”, Laura Bozzo, que pugnaba por conseguir un testimonio y la imagen más desgarradoras.

Tan deplorable como aquellos que elevan las tarifas de los pasajes a costas del dolor y la desesperación. O los que aprovechan el caos y la tensión para hacer como suyo y saquear lo poco que queda en la zona del desastre. Y claro, las que desvían el trayecto de las donaciones con paradero a sus casas.

Escuchar a los campeones de la renta básica justificar de manera inconsistente los motivos de la inoperatividad de la telefonía durante y después del terremoto.

Y la gran metida de pata del Gobierno central en lanzar Pisco 7.9, aprovechando la coyuntura (y ¡qué coyuntura!) para, según el Ejecutivo, promocionar en el extranjero nuestra bebida nacional. Falta de juicio y sentido común para colocar la etiqueta con ese nombre. Es como si EE.UU. hubiera sacado, luego de los atentantos terroristas del 11 de setiembre, Hamburger 11- S.

Sin embargo, renglón aparte merece para destacar la gran solidaridad desplegada por los peruanos en momentos tan difíciles para unos, y peores para otros.
Y la ayuda extranjera tan oportuna que sigue llegando a los sectores más vulnerados por el terremoto.

No obstante, es deber del Estado elaborar y luego aplicar de una vez por todas un plan de prevención para sucesos como el que hemos vivido.
Y no esperar que ocurra un terremoto de nuevo para que recién descubramos, ¡oh maravilla!, que somos conscientes, solidarios y responsables.
Sino, solo nos quedará esperar que dios nos coja confesados para la próxima vez.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola amigo, para empezar no esta mal tus comentarios, ligeramente asemejandose a lo estandar, tal vez un poco más de osadía para la próxima, pero ádmiro tu primer paso y te felicito.

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