Ni el más agudo pitoniso se imaginaría que después de un poco más de tres quinquenios, aquel profesor de matemáticas de la Agraria, chinito, de sonrisa de oreja a oreja y que apareció de la nada ofreciendo “honradez, tecnología y trabajo”, suficiente para ser presidente del Perú por dos periodos consecutivos (¡y se iba por el tercero!); que usurpó atrozmente al Estado, y que, posteriormente, renunció cobardemente vía fax a su investidura presidencial, esté, hoy por hoy, sentado frente a un impecable tribunal que se encarga de investigarlo y sancionarlo por los excesos y abusos cometidos durante su época de todopoderoso, en donde la dictadura y la corrupción eran indispensables - para él- en sus políticas de Estado.
El ex presidente y ex prófugo de la justicia peruana, Alberto Fujimori Fujimori, tendrá que responder por los siete delitos que pesan en su haber, por los cuales fue extraditado, siendo los más graves y sensibles los referidos a violaciones sistemáticas a los derechos humanos, como secuestros y múltiples crímenes.
Hasta ahora, la defensa de Fujimori consiste en negar lo evidente y decir que no sabía nada ni se enteró de excesos porque - ¡qué lastima!- “no leía la revista Caretas”. Además de gritar furibundamente que es inocente porque sí.
No obstante, hasta el más curtido de los delincuentes merece un debido proceso, con todas las de las leyes, que hasta ahora, la opinión pública local e internacional se encargan de agasajar al Poder Judicial por la forma ejemplar en que se lleva el juicio al ex presidente del Perú.
Además, es una gran oportunidad para muchos. Primero, para el sistema judicial peruano, de salir de esa crisis de credibilidad y transparencia, tan venidas a menos.
Segundo, para todos los peruanos, de reencontrarnos con la fe y volver a creer en un Estado eficiente y a la vez, sancionador.
Y tercero, para aquellos con rasgos de dictadores y déspotas, de refundir sus principios e ideas trasnochadas y arcaicas, bajo la advertencia de que, tarde o temprano, todo tirano cae.
El ex presidente y ex prófugo de la justicia peruana, Alberto Fujimori Fujimori, tendrá que responder por los siete delitos que pesan en su haber, por los cuales fue extraditado, siendo los más graves y sensibles los referidos a violaciones sistemáticas a los derechos humanos, como secuestros y múltiples crímenes.
Hasta ahora, la defensa de Fujimori consiste en negar lo evidente y decir que no sabía nada ni se enteró de excesos porque - ¡qué lastima!- “no leía la revista Caretas”. Además de gritar furibundamente que es inocente porque sí.
No obstante, hasta el más curtido de los delincuentes merece un debido proceso, con todas las de las leyes, que hasta ahora, la opinión pública local e internacional se encargan de agasajar al Poder Judicial por la forma ejemplar en que se lleva el juicio al ex presidente del Perú.
Además, es una gran oportunidad para muchos. Primero, para el sistema judicial peruano, de salir de esa crisis de credibilidad y transparencia, tan venidas a menos.
Segundo, para todos los peruanos, de reencontrarnos con la fe y volver a creer en un Estado eficiente y a la vez, sancionador.
Y tercero, para aquellos con rasgos de dictadores y déspotas, de refundir sus principios e ideas trasnochadas y arcaicas, bajo la advertencia de que, tarde o temprano, todo tirano cae.
2 comentarios:
es verdad, los dictadores no llegan lejos!!! agarrate chavez,
sino miren tambien como cayo pinochet
buena opinion, te felicito
Comparto tu opinión, y una cosa es muy cierto, para algunos se dicen que se trata de una revancha por parte de los antifujimoristas, pero en lo personal les digo a aquellos seguidores del exmandatario, que lo que se cometió fue una falta ya sea contra de la vida humana y lo que hace la justicia es simplemente castigar este delito. Por lo tanto señores fujimoristas que no se diga que todo este proceso se trata de una cruel venganza.
Otros por alli decía que están perdiendo el tiempo "Llorando sobre la leche derramada". yo les respondo, si a mi se me derrama la leche, pues simplemente no lo dejo asi por asi, por lo menos si puedo trato de limpiar el líquido desparramado antes de que siga esparciendose.
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