Es indudable que el escándalo suscitado recientemente entre la alumna Liz Aybar, del V ciclo de Psicología de la Universidad de San Martín de Porres y sus respectivas autoridades, haga que la publicidad de la portada de la página Web sanmartiniana - señala que somos la segunda mejor universidad del país- pierda crédito y prestigio frente a la opinión pública, y, peor aún, desaparezcan la confianza y credibilidad ante sus alumnos.
Y es que es innegable el gran salto que hace unos pocos años dio la USMP, posicionándose como unas de las mejores casas de estudios superiores del país, y sobretodo, los grandes avances en infraestructura, logística y pedagogía de la universidad, en especial, de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Turismo y Psicología, debido a los indiscutibles méritos para algunos, y cosas del azar, para otros, del decano, Padre Johan Leuridans H.
No obstante, así como saltan a la vista los avances y aciertos de la Facultad - y por ende, de sus autoridades- asimismo, hay que enumerar una serie de factores internos que impiden un mejor desarrollo y progreso, y con ello, el descontento estudiantil.
En muchas circunstancias, la disciplina que se impone en la USMP es camuflada bajo un aire de autoritarismo y soberbia por parte de los mandamases. A eso le sumamos el trato poco amable y hasta apático del personal administrativo (salvo excepciones). Además de la escasa fluidez del derecho a la libre expresión y opinión.
Todo esto se ve reflejado en el abusivo y desproporcionado castigo que se le impartió a la joven estudiante de Psicología, Liz Aybar, pues es insensato suspender a un alumno por un ciclo- y faltando poco para que culmine éste- por una falta que no es tan grave, y que de ninguna manera y bajo ninguna condición, merecía un castigo de tal naturaleza, que, creo yo, se les “chispoteó” a los encargados de dictaminar dicha sanción tan cuestionable.
Por otra parte, si se tendría que castigar así al estudiante que deja sonar involuntariamente su celular en aula, muchos estaríamos suspendidos y hasta en Piedras Gordas, incluyendo a algunos docentes que contestan sus celulares por “asuntos de trabajo”.
No trato de justificar a la alumna que cometió la falta- pues la falta existió- sino que deseo que acciones como esta no se den más en nuestra universidad. El incidente debió quedar como tal, sin medidas extremas ni acciones enjuiciadoras.
Por lo demás, considero oportuno señalar que la USMP está creciendo. Y puede crecer aun más.
Urge un análisis juicioso por parte de las autoridades; un MEA culpa. Darse cuenta de que ellos también cometen errores horrorosos. Y que, como toda función administrativa, no está exenta de críticas y opiniones.
Así como estoy de acuerdo, por ejemplo, con el sistema de puntualidad emprendido por la Facultad- ojo, solo por nuestra Facultad-, muy criticada y vapuleada por algunos, que propicia el orden, la responsabilidad y el respeto hacia los demás, de igual forma, estoy en desacuerdo con algunas medidas y actitudes, que, como señalé al inicio, distan mucho de rectitud, y colinda más con un autoritarismo sin sentido y avasallador.
Asimismo, no es propicio generar una corriente negativa y de rechazo hacia nuestra universidad, pues así como todo no es bueno, de igual forma, todo no es malo.
Por último, los comentarios cargados de sensacionalismo, revanchismos y críticas anónimas no hacen más que agrandar la brecha de confrontaciones y amarguras entre nosotros, ya que como en el trabajo se necesita un buen clima laboral para realizar adecuadamente las funciones, de igual forma, en el estudio, necesitamos un clima académico propicio para el óptimo desarrollo de las funciones, tanto para los estudiantes, como para las autoridades.