miércoles, 31 de octubre de 2007

De primera dama a señora presidenta


Ganó quien tenía que ganar. El triunfo en las urnas de Cristina Fernández de Kirchner (más del 40% de votos en primera vuelta), una peronista socialdemócrata para ocupar el cargo supremo en Argentina demuestra que el pueblo quiere a su esposo, al presidente Néstor Kirchner. Y demuestra además que desean que las políticas sociales y económicas (la mayoría de ellas acertadas) aplicadas desde el 2003 por el presidente Kirchner continúen encarriladas por el camino menos tormentoso, pero no por eso fácil, que su cónyuge deberá seguir desde el próximo 10 de diciembre, que, entre algunos abrazos y besos querendones, él le cederá la posta a ella, en medio del gran respaldo popular con el que pocos presidentes tienen la dicha de gozar hasta el final de sus mandatos.

El manejo del Gobierno no es algo desconocido para Cristina Fernández de Kirchner. Durante los cuatro años de gestión de Néstor Kirchner, ha sido la mujer más poderosa del país desde su doble rol de primera dama y senadora.
Fernández, de 54 años, quien evoca para muchos argentinos a la recordada Eva Perón por sus grandes rasgos carismáticos, es la persona idónea para gobernar Argentina, pues conoce muy de cerca el sistema político, además del entorno presidencial. A eso, hay que agregarle su experiencia como diputada y abogada.
Por otra parte, un factor muy importante para tomar en cuenta es que la alternativa de Cristina Fernández representa el continuismo del gobierno anterior, que, justamente, fue aquel régimen democrático que sacó de los escombros al país, luego de una profunda crisis económica y social. Es más, según una encuesta de un diario argentino, la mayoría que votaron por la Fernández lo hicieron porque quieren que las líneas trazadas por el presidente Kirchner no se vena afectadas.
La percepción de los argentinos es como si Néstor Kirchner haya sido reelecto.

Su victoria dará pie a un traspaso de poder entre esposos, algo inédito en América Latina.
Fernández, que reivindica los orígenes combativos del peronismo, llegará a la Casa Rosada bajo la promesa de mantener las políticas que llevaron al país a un ciclo de arrollador crecimiento económico durante los cuatro años de gestión de su marido.
Sin embargo, Fernández deberá enfrentarse a una aceleración de la inflación (20%) que está castigando duramente los bolsillos de los argentinos, la falta de inversiones en infraestructura, casos de corrupción entre otros problemas.
Por lo demás, seguramente algunos consejos de su esposo para que construya un mejor gobierno que el suyo quedarán en la alcoba… así como la banda presidencial.

El otro imperialismo

Sus presidentes lo anunciaron hace poco. Cuba, Venezuela y Bolivia forman el nuevo “eje de desarrollo de la región”, el cual incluye una agenda de cooperación mutua entre estos tres países latinoamericanos, y así mismo, propugnan con expandir sus raíces a otros países vecinos, cuya práctica del poder de estas tres naciones es la forma tiránica, dictatorial y unilateral de gobernar y hacer política, pisoteando los derechos humanos habidos y por haber.

Pero, en realidad ¿qué tienen en común Cuba, Venezuela y Bolivia?
El primero es el bastión del fallido comunismo, donde la política de equidad en la redistribución es “puro cuento”. Además, que la libertad individual es tan disfrazada y maquillada como el discurso del presidente de facto, Fidel Castro.
La segunda nación, Venezuela, padece del déspota Hugo Chávez, quien controla todos los poderes del Estado, cierra canales, y cambia a su antojo la Constitución de su país- porque ya es suyo- para réditos propios, como, por ejemplo, buscar ser reelecto tantas veces pueda. Asimismo, la mala forma de administrar los beneficios propios del petróleo, hace del presidente Chávez un ser más poderoso, y a la vez, dictador.
Y por último, Bolivia, un país convulsionado, cuyo presidente, Evo Morales, hace que éste estremezca más.
El aprendiz y dependiente de Fidel Castro Y Hugo Chávez, llevará al país andino a un sometimiento inclemente de los dos personajes ya mencionados, si es que continúa en esa línea trazada explícitamente. Aún está a tiempo.


Tanto Cuba, como Venezuela y Bolivia son países de grandes atributos geográficos, con grandes dotes entre sus gentes. Sin embargo, el problema no se remonta a las naciones en sí, sino, muy por el contrario, a sus gobernantes, que se legitiman en el poder usurpándolo atrozmente, sin respetar los derechos humanos, la separación de poderes y practicando una soberanía sin piedad, so pretexto de combatir a los tentáculos del imperialismo de Estados Unidos… ¿Y quién frenará a sus imperialismos?